Bendita seas tú, tristeza
que llegas en momentos que nadie llama
hablando del mundo y su mierda
hablando de mis histerias casi pasajeras y casi, casi tan tristes
un poco lenta
un poco fuera de sí
Benditas tus palabras, miseria
que me alojas cada día en tu puerta trasera para amortiguar mis desvelos
igual que la época oscura que cada uno alberga
Me oculto de mi habitación propia en mis castigos
cuando intento comprender mis propios versos
que no son más que la palabra caída de cada uno en su congoja
Bendito sea el amor propio
que no alcanza para todos
pero que siempre me llama
cuando estoy abajo,
entre mis cabellos
lamentándome de la vida
lamentándome de mi esencia
de agua pura y cristalina
de lunas menguando en fríos de miel
Una intimidad tan propia
que me habita
y que no entiendo, lo juro
lo juro... no me entiendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario