Ya no puedo llorar tranquila
los rincones se abren
las miradas se fijan
ya no puedo maldecir al mundo.
Cuando me entrego a mi dolor
lamento las pertinencias,
lamento la vitalidad
y ya no puedo maldecir al mundo.
En un instante pasé del camino al abismo, ahí caí y sentí lo que en tanto no había podido. Dos luces se han presentado y ante ello me he ent...