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martes, 25 de diciembre de 2018

Lectura rápida

Gritarme, dame la mano, caminemos juntos. Te propongo, esta noche, una cálida sonrisa. Dame la mano. Estoy cerca de ti. Estoy aquí. Dando vueltas. Cantando las melodías que tengo en mente. Y no puedo pensar en que mañana será otro día. Un día final de los finales de todos los días del amanecer felices y contentos como si fuera una buena noticia todo esto. No lo creo. No les creo. No puedo creerles a todos y a nadie no me importa estoy pensando muchas cosas en este momento cuando era pequeña que por ejemplo me tendía en la almohada de mi mamá y me comía los dedos de las manos con suaves mordiscos porque no me daba cuenta que mi piel y mi carne eran humanas y que la detención del tiempo en un espacio habitado por ejemplares de este mundo sería un poco contradictoria. En fin, la dulce esfera de la música que tomamos del frío, no quedó atrapada, porque cuando era demasiado tarde tomé un pálido desemboque de ríos que por la mañana parecía que flotaba. En ese huerto que habían tendido a la niña. Caótica, que escondía un momento entre las piernas cuando le llamaban y decían esperanza tus ojos parece que están tapados, sácate la venda de los ojos, te irritan, te molestará cuando seas más grande, porque las niñas deben llevar ese momento en la carne y tomado del hombro, del pecho, de las piernas de donde sea te acompaña y no deja tu pensamiento tranquila, te sofoca y te arrastra a la lujuria, que somete a toda la carne, el escrúpulo y la tenacidad de los hombres. 

domingo, 23 de diciembre de 2018

Sueño del hombre. Vagón 8, letra c n°2

Estoy sentado en el centro del metro de vuelta a casa frenético y ansioso, pensando mil vacíos, pensando en mis delirios, que, cada vez me parecen más cercanos. En el vagón suenan musiquitas de letras en japonés. Estoy sentado, firme, firme al asiento y a todo lo que pertenece. En este mundo remoto que ya me abrió puerta al abismo. Que cosas, que cosas digo. Estoy en el metro, la música no ha parado. Espero que no lo haga. Tengo el traje plomo puesto, la camisa rota que me dió mamá, y las mallas de la muñeca de Emma. Llevo a casa todas las prendas que algún día fueron mías. Estoy en el camino de vuelta a casa, lo sé. 
Este peso no perdura mucho. Necesito encontrar una salida para la medalla de oro que tenía ese chófer. Una novela que me pidió la maestra que escriba, cuando tenía nueve años, y me decía que dibujaba mal. Que nunca sería bueno. Lamento decirle que hoy me he replanteado bastante la idea. Lunes por la mañana. Martes al medio día. Jueves. Domingo. Perdón, y disculpas. Hoy he aprendido que no se le pide perdón a todo el mundo. Solo disculpas habrán ahora en adelante. Una lectura constante y fluida que confunde con las palabras porque las letras hablan. A menudo pienso que sería del personaje de esa novela que quería escribir. Porque era un relato de vuelta a casa, lo que había comenzado a escribir. Cuando todas las caras que atraviesan la estancia del tocador de la baranda de la prenda rota del señor que tiene un paraguas negro y habla por celular y le pide a la niña pequeña que le de el asiento para escapar un poco de su realidad sintiéndose viejo y débil para su propio ego. Ahí está otra vez. La denuncia a los hechos y crímenes cometidos. Es un aviso. Es todo. Hoy la renuncia me dió de vuelta la muñeca que perdí cuando era pequeña. Esa que se quedó tumbada en la arena del pozo que estaban cavando en la esquina de la calle Rosas, donde la amiga de la prima de mi abuela se dedicaba a hacer costuras.  Un mundo lleno de posibilidades de retratar, quizás, a través del onírico mundo de los sueños. Estas son una serie de avisos callejeros que van en contra de la norma. Que no pueden terminar sin aferrarse a la ley de las meriendas a la luz y con la sombra del cuchillo sedienta de libido y fantasías. 


Sobre el pensamiento

Raíces y velos firmes, cubriendo el horizonte, encuentro hojas en mis bolsillos... Veo comisuras, escucho el andén ¿dónde te encuentras? sonarán mil años de puertas vacías. Soñarán mil espejismos tu partida. Si algún día no vuelve el llamado andén de la llamada tierra, ¿serás tú quién decida abrir la puerta?
(-¿quién eres?)
(-yo)

Quién más, que una historia lejana, entrañada por mis escapismos, me caigo y vuelco mis sentidos al umbral. Que no puede ser visto, que no puede ser sentido.
Una reflexión, las luces, los abismos, la llamada. Media noche, llámame para servir el té. El invierno se acerca, es verano, la hierba crece. Una hora al día. Serán tres. Y una puerta, mil voces, un escape, la llamada. ¿Qué voz escapará del día? este y mil días. Te doy mi mano. Y así, el único pensamiento será la esperanza, como cuando venía a media noche y creía que ese tipo de decisiones eran las correctas solo por el leve impulso de una mano tomando la otra, de un espejo reflejando al otro, de una mordedura en el lugar correcto y en el momento más fuera de juicio. En qué momento. En qué momento comencé a soltar las palabras para decirlo todo. Me hiero a menudo. Me adultero los sentidos. Me (des)configuro y me (des)figuro y me (des)espero para no sentir. La desesperación es alternativa, cuando el mal es proclive a las alteraciones. Un gran mar lleno de filamentos que son como agujas que se transforman en voces de aquéllos que sienten similar a mis penas. De esos que son silentes en el espejismo de su propia imaginación, y que terminan ocupando la palabra sin darse cuenta. Porque el escapismo es también una forma de volverse a sí. De volver a ese gran mar llamado sentimiento ajeno que nos provoca tanta esperanza cuando lo conocemos por vez primera. He dejado un impulso sobre las letras. Quizás para dejar de lado las idolatrías que impone el pensamiento. Quizás para sentirme propia. Quizás para el espejo que me sostiene el ego cada mañana. Y así, sucesivamente...

martes, 4 de diciembre de 2018

Pensamiento

Soy pequeña. Mi alma es frágil, lo he dicho incontables veces
soy pequeña, mi alma es débil, lo he dicho en incontables ocasiones
soy mortal, mi alma es todo, todo lo que tengo.
Donde quiera que habiten los espejismos, encontrarás una escapatoria,
relieves, formas, cuerpos, dolencias, grietas,
de tierra que no ha sido mojada
rocosas formas, se vuelven tenues en el vacío de una consciencia
porque a menudo lo olvido
me dejo llevar
no tomo más opciones
y me quedo postrada pensando en todas las acciones que he cometido
de un tiempo hasta ahora.
Vivo entre el pasado y el futuro
mi presente no existe, he querido borrarlo,
siento vergüenza
y otra vez mi conciencia me está atormentando
y me dice, y me cuenta,
que todas aquéllas formas que has visitado
un día podrán ver la luz a través de las luces que dejaste plantadas en ellas



¿Cuál es el verdadero significado de la relevancia? la palabra adquiere muchos significados cuando se puede emplear de la manera correcta. Un ensayo, un cuento, una palabra. Tus palabras. Que a veces pueden ser vacías, y dejan de emplearse con la constancia que quisieras.
Al día siguiente, la felicidad existiría. Todo estaría bien y algún día todo sería bueno. Las palabras. Tus palabras. Mis palabras. Todas, quedan vacías. Porque han perdido su ritmo. Porque han perdido su fuerza...
Cuando era pequeña, la noche parecía tibia, la mañana parecía helada y el descubrimiento de un amor parecía lo más cercano a estar millones de años luz perdida en mis memorias Ahí donde no había problema de permanecer. Hoy, tengo miedo. A veces hambre, y te escribo un cuento, quizás un poema, quizás palabras. Vagas palabras y divagaciones entrecortadas.

reinterpretación

La casualidad de volver a sentir afecto

En un instante pasé del camino al abismo, ahí caí y sentí lo que en tanto no había podido. Dos luces se han presentado y ante ello me he ent...