Tengo la hilera de pensamientos tendidos en la mente. Que nunca acaban. Que nunca se rinden. Tengo una mano sobre la otra como de media mañana, cuando el almuerzo parece desayuno, y las caricias de mi ventana se hacen de todos colores. Tengo también, la gota que rebalsa el vaso, la frente en alto y la hipocresía que me genera verme tendida delante de la cama. A pasos de mi cuerpo. Ocupando la sangre que no me pertenece y que he pedido prestada. Soy humo. Soy el retroceso del cuerpo que pensaste habías dejado. Agrietado. Junto a la mano que toma la foto.
Y me recupero. Me recompongo. Y pienso otra vez que puedo ser la receta. Compuesta de algoritmos a medias de efectos cardinales de la foto que aprendí a leer en libros que no existen. Que solo mi mente pudo idear en el pensamiento. Tus ojos y las hojas. No puedo escribir de cosas tristes. No puedo nombrarte. No puedo recuperar tu nombre.
Solo seré un pensamiento.
Solo seré un pensamiento.
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